martes, 19 de diciembre de 2017

LOS RITMOS DE LA REBELDÍA



Por Julián Acosta Gómez


La obra  Las terrazas es musical en todo el sentido de la palabra. Pone en escena una radiografía de un país agobiado en las décadas de 1980 y 1990 donde los jóvenes encontraban el desahogo del oprobio en las estéticas del punk, del metal y del hip-hop. Al inicio de la obra, desde negro, una luz se planta en el telón negro como una moneda de plata. Es la visión de la luna desde la terraza, es la contraposición de la serenidad infinita frente a las convulsiones urbanas que asolaban a la Medellín de finales de siglo.

La musicalidad de esta obra no solo está dada por la temática que la ambienta. Está determinada también por la forma narrativa que conforma su estructura. Hay dos elementos constitutivos que llevan a la creación de esta historia: la música que suena marca los ritmos y estados de la situación dramática; y la expresión corporal es el medio elegido para generar una acción comunicativa que en última instancia resulta en el pilar de la narración.

No es extraño que en una expresión artística como el teatro se le otorgue al cuerpo una fuerza simbólica contundente, lo que resulta sorprendente es que esa fuerza simbólica sea en sí misma la obra. En Las terrazas se elabora una gramática corporal desde la gestualidad, la contorción, los ritmos asimétricos y sincopados pero también de los simétricos. Es la danza con la voz de la narración, el cuerpo construye el símbolo que no tendría por qué ser de uso exclusivo de la palabra dado que la representación es una capacidad humana que no está determinada por el medio. Los movimientos y las fuerzas en la tensión de la obra recuerdan las cámaras rápidas que siguen las trayectorias desoladoras en la película Rodrigo D no futuro, donde la velocidad y el trasegar son la metáfora del desespero. De igual manera, en Las Terrazas, los movimientos se mantienen en una disonancia que dialoga, que consigue mostrar al espectadores los objetos y las acciones: se ven las terrazas, las persecuciones, el erotismo y la muerte: se notan aspectos antropológicos en las conductas de la ciudad, en los intereses políticos… Así las cosas, es de suma importancia que la gramática corporal que logran concretar los actores en escena esté soportada por una ambientación fluida y mutable como en el caso de los telones que reconstruyen espacios, en las luces que amplían o reducen los focos visuales y en los pequeños elementos físicos que entraban y salían de las situaciones. En este  mismo orden de ideas, la presencia de la música en vivo genera movimiento  y fuerza sobre lo que ocurre en el escenario.

Una historia de la rebeldía debe ser contada por un medio que no se encasille en los modelos narrativos usuales: la palabra del cuerpo para contar la historia del pueblo.

Obra: Las terrazas
Grupo: Acordes
Municipio: Marinilla





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