Por Julián
Acosta Gómez
La obra Casa
Matriz plantea una absurdo metafórico para pensar las relaciones
entre madre he hija: una mujer solicita un servicio de madre sustituta el día
de su cumpleaños para cumplir sus fantasías de hija solitaria. La empresa que
presta el servicio opera bajo el título de Casa matriz, una parodia de las
casas de citas que busca llenar el vacío materno. Esta pieza teatral propondrá al
texto un nivel de máxima expresividad, la palabra como acción dramática, la
palabra como puesta en escena. Es una narración que promete la incomodidad de
los espectadores más sensibles, que cuestiona la naturaleza de las relaciones
maternales.
Si bien los diálogos toman el
centro de atención, la corporalidad de las actrices complementa el juego dado
por el discurso desde un elemento fundamental en la obra: la metateatralidad.
Cuando la madre sustituta llega al apartamento de la mujer, comienza un juego
de roles de muy diversas índoles que suscitan micro-cuadros, pequeñas obras de
teatro enmarcadas en un único sentido, un entramado, el teatro dentro del
teatro. Este elemento invita a sentir el teatro como un arte del exorcismo, el
drama como paliativo para pensar y sobrellevar la vida… la ficción como
elaboración de sí mismos.
Casa Matriz puede ser entendida como una obra de
la transfiguración escénica y de la mutabilidad de la palabra. Las dos mujeres
terminan siendo una ocasión para el cambio. Cada uno de los micro-cuadros está interrumpido
por un cambio de vestuario o por una queja, por un comentario o una súplica de
alguna de las mujeres, estos interregnos descubren la naturaleza de los
personajes que en cada cuadro asumen otro personaje -el personaje dentro del
personaje-.
Sumado a lo anterior, podemos decir
que para este espectáculo el manejo vocal y la interpretación del texto es un
factor fundamental dado que los matices de los personajes no pueden recaer únicamente
en el cambio de rol desde el vestuario, de ahí que sea nodal la diferencia
entre disfraz y vestuario. Podríamos decir que nuestros personajes entre cada
cuadro se están disfrazando, pero el acierto de la obra radica precisamente en
hacer olvidar al espectador que está asistiendo a un juego de roles y los
personajes - que ya tienen una caracterización determinada- asumen con
verosimilitud sus diferentes vestuarios, sus personalidades.
Es posible, entonces, pensar que esta
obra además de intuir un problema que desnuda miedos y fantasmas ocultos frente
a la relación de la madre con la hija, de cómo esa relación fundamenta la
construcción de la individualidad, la obra intenta pensar el teatro, muestra
las posibilidades de este dentro de él mismo, reflexiona sobre elementos de la
construcción y la estructura teatral: el
teatro como una madre fragmentada que transforma y se transforma.
Obra: Casa matriz
Grupo: La Carreta
Municipio: La Ceja del Tambo
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