martes, 26 de diciembre de 2017

LA MADRE FRAGMENTADA


Por Julián Acosta Gómez


La obra Casa Matriz plantea una absurdo metafórico para pensar las relaciones entre madre he hija: una mujer solicita un servicio de madre sustituta el día de su cumpleaños para cumplir sus fantasías de hija solitaria. La empresa que presta el servicio opera bajo el título de Casa matriz, una parodia de las casas de citas que busca llenar el vacío materno. Esta pieza teatral propondrá al texto un nivel de máxima expresividad, la palabra como acción dramática, la palabra como puesta en escena. Es una narración que promete la incomodidad de los espectadores más sensibles, que cuestiona la naturaleza de las relaciones maternales.

Si bien los diálogos toman el centro de atención, la corporalidad de las actrices complementa el juego dado por el discurso desde un elemento fundamental en la obra: la metateatralidad. Cuando la madre sustituta llega al apartamento de la mujer, comienza un juego de roles de muy diversas índoles que suscitan micro-cuadros, pequeñas obras de teatro enmarcadas en un único sentido, un entramado, el teatro dentro del teatro. Este elemento invita a sentir el teatro como un arte del exorcismo, el drama como paliativo para pensar y sobrellevar la vida… la ficción como elaboración de sí mismos.

Casa Matriz puede ser entendida como una obra de la transfiguración escénica y de la mutabilidad de la palabra. Las dos mujeres terminan siendo una ocasión para el cambio. Cada uno de los micro-cuadros está interrumpido por un cambio de vestuario o por una queja, por un comentario o una súplica de alguna de las mujeres, estos interregnos descubren la naturaleza de los personajes que en cada cuadro asumen otro personaje -el personaje dentro del personaje-.

Sumado a lo anterior, podemos decir que para este espectáculo el manejo vocal y la interpretación del texto es un factor fundamental dado que los matices de los personajes no pueden recaer únicamente en el cambio de rol desde el vestuario, de ahí que sea nodal la diferencia entre disfraz y vestuario. Podríamos decir que nuestros personajes entre cada cuadro se están disfrazando, pero el acierto de la obra radica precisamente en hacer olvidar al espectador que está asistiendo a un juego de roles y los personajes - que ya tienen una caracterización determinada- asumen con verosimilitud sus diferentes vestuarios, sus personalidades.

Es posible, entonces, pensar que esta obra además de intuir un problema que desnuda miedos y fantasmas ocultos frente a la relación de la madre con la hija, de cómo esa relación fundamenta la construcción de la individualidad, la obra intenta pensar el teatro, muestra las posibilidades de este dentro de él mismo, reflexiona sobre elementos de la construcción y  la estructura teatral: el teatro como una madre fragmentada que transforma y se transforma.

Obra: Casa matriz
Grupo: La Carreta
Municipio: La Ceja del Tambo



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