Julián Acosta Gómez
Pensar en los objetos dramáticos es
entrar en el campo de lo inanimado como símbolo y representación. El objeto
dramático adquiere en el ámbito de lo teatral mayor sustancia en los espectáculos
encarados desde los títeres: allí lo inanimado adquiere narración,
personificación y tiempo; el títere abandona el mutismo para abrirse paso en la
vitalidad que le otorga la relación objeto-actor. El actor se vierte en el objeto, sin ser el
objeto: el actor no pretende unirse a su esencia sino despertar la propia del títere
desde el ejercicio actoral.
Es en este punto donde la obra Miel Amarga adquiere fondo. La obra puede
enmarcarse en un tipo de función infantil que no se reduce solo este público,
lo infantil viene dado en la propuesta del mundo onírico traído de la fábula,
de los significantes juguetones que tratan problemas complejos y reales de la
condición humana, del cuidado por natura, viene
de la propuesta de los títeres como desdoblamiento de lo vital y de la
exploración en amplios colores y formas novedosas. En
principio, pueden leerse dentro de la obra dos elementos: la avaricia como
elemento generador de anomia social y también el desajuste del equilibro
natural llevado al ámbito de la imposibilidad de la coexistencia. El primero de
los elementos está determinado por la relación del oso que intenta apropiarse
de la miel y cómo este hecho termina por generar un estado de no-gobernabilidad
en la sociedad metafóricamente creada. El segundo elemento, se da en el
desajuste natural producido precisamente por el caos social en la tensión
abejas-oso.
Podría decirse que el trasfondo de la
obra posee una búsqueda comunitaria, no en vano los personajes centrales son
una colonia de abejas, seres conocidos por sus extensas prácticas gregarias en
contraposición del antagonista, un oso, ser de las soledades. Allí es
fundamental la relación que entablan los manipuladores de los títeres tanto con
los títeres como con los demás objetos: los manipuladores no pretenden negarse
a la visión del espectador, el estado de los manipuladores es integral a la
propuesta escénica en un acto casi metateatral dado que sus vestuarios son típicos
de los apicultores. Los actores entablan un diálogo parecido a una danza generada
con las marionetas, ello habla de la buena comunicación y el trabajo antes de
la presentación del espectáculo.
Desde la propuesta plástica resalta la
originalidad de los títeres, sus colores llamativos y formas melifluas, también
el concepto de escenario que se transforma
para las necesidades escénicas desde los pequeños. Resalta la
versatilidad de los actores para tomar diferentes roles sin que los personajes
se desdibujaran ni se mezclaran.
Miel Amarga es una obra que transita entre la
reflexión y el divertimento, que realza
lo inanimado para pensar en lo vital, que se apropia los fenómenos de la
ternura y la infancia para contar las fábulas
de la realidad agobiada.
Obra: Miel Amarga
Grupo: Dramaleón
Municipio: El Carmen de Viboral
Autor: Manuel Galich
Dirección: Sandra Restrepo
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