jueves, 21 de diciembre de 2017

TRADICIÓN Y CRÍTICA

TRADICIÓN Y CRÍTICA
Por Andrés Álvarez Arboleda

Vote por mí, de Inmigrantes Teatro, fue una de las obras de teatro costumbrista que se presentó en el VIII Encuentro de Teatro Gato. Inicia con una imagen que pone en escena a todos los personajes, como en una estampa fotográfica, haciendo una oración. Ahí mismo comienza un diálogo jocoso que introducirá las primeras chanzas de humor típicamente antioqueño: un humor del doble sentido, que se basa en los roles asignados a hombres y mujeres en una sociedad conservadora y patriarcal, y se instala especialmente en el ámbito de la familia nuclear. Este es el tono humorístico del sainete, el cual no solo representa las estructuras tradicionales de la sociedad antioqueña sino que las hace objeto de crítica.
En este caso la obra dirigida por Ferney Giraldo reflexiona sobre nuestro sistema electoral, manipulado al antojo de las élites políticas tradicionales a fuerza de embustes, prebendas clientelistas y violencia armada. Dos campesinos, de  encantadora ingenuidad, deciden revelarse frente a la maquinaria de un gamonal y uno de ellos –Jacinto Henao– es lanzado a los comicios. La disonancia de estos sujetos con el medio ficcional al que se han arrojado, perdidos dentro de un conflicto que les sobrepasa, todo el tiempo lleva a la risa a los asistentes. Los personajes, en cuyas antípodas se ubican Pocholo y Jacinto, evidencian fuertes contrastes sociales: la gente del pueblo y del campo, los pobres y los ricos, quienes se benefician del ejercicio del poder y quienes lo padecen.
En Vote por mí todos los personajes podrían ser entendidos como personajes tipo, aquellos que han sido construidos a partir de una serie de rasgos y cualidades que encarnan unos valores sociales determinados, y su función (y reconocimiento del espectador) en la obra depende de arquetipos creados por la tradición. Este rasgo también es característico del sainete. Pocholo es el político curtido y corrupto, su asistente el ‘lagarto’ sumiso y mañoso, Milio el campesino aguerrido y vivaracho, Jacinto el hombrecito torpe, inocente y bonachón; las mujeres representan la matrona antioqueña que ha sido relegada al gobierno del hogar, y que a pesar de gravitar el ámbito de los hombres, realiza sus pequeñas resistencias. Todos estos personajes mantienen sus rasgos durante la obra, idéntico temperamento, su mismo objetivo.
En la escenografía, los vestuarios y la música de Vote por mí se pliegan y despliegan una cantidad de elementos del folclor antioqueño. En una esquina –que comunica una mayor intimidad al espectador– se ha construido un espacio que memora una casa tradicional campesina, dándole especial relevancia al espacio siempre viviente de la cocina. La música prevalente de la obra, música popular, la tocan dos personajes borrachos en los comicios. Sin embargo, hay unas pequeñas rupturas a esta estética costumbrista: en un cuadro suena una canción de Pink Floyd, mientras personajes, con máscaras, son comprados o amenazados para votar por el gamonal; aquí las luces crean un ambiente siniestro y artificioso. Voten por mí apela a la tradición para llegar a la crítica, un recurso que se verá en otras obras del encuentro, y que se perfila como un elemento común del teatro del oriente antioqueño.
Obra:                         Vote por mí
Grupo:          Inmigrantes Teatro


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