TRADICIÓN
Y CRÍTICA
Por Andrés Álvarez Arboleda
Vote por mí,
de Inmigrantes Teatro, fue una de las obras de teatro costumbrista que se
presentó en el VIII Encuentro de Teatro Gato. Inicia con una imagen que pone en
escena a todos los personajes, como en una estampa fotográfica, haciendo una
oración. Ahí mismo comienza un diálogo jocoso que introducirá las primeras
chanzas de humor típicamente antioqueño: un humor del doble sentido, que se
basa en los roles asignados a hombres y mujeres en una sociedad conservadora y
patriarcal, y se instala especialmente en el ámbito de la familia nuclear. Este
es el tono humorístico del sainete, el cual no solo representa las estructuras
tradicionales de la sociedad antioqueña sino que las hace objeto de crítica.
En
este caso la obra dirigida por Ferney Giraldo reflexiona sobre nuestro sistema
electoral, manipulado al antojo de las élites políticas tradicionales a fuerza
de embustes, prebendas clientelistas y violencia armada. Dos campesinos,
de encantadora ingenuidad, deciden
revelarse frente a la maquinaria de un gamonal y uno de ellos –Jacinto Henao–
es lanzado a los comicios. La disonancia de estos sujetos con el medio
ficcional al que se han arrojado, perdidos dentro de un conflicto que les
sobrepasa, todo el tiempo lleva a la risa a los asistentes. Los personajes, en
cuyas antípodas se ubican Pocholo y Jacinto, evidencian fuertes contrastes
sociales: la gente del pueblo y del campo, los pobres y los ricos, quienes se
benefician del ejercicio del poder y quienes lo padecen.
En
Vote por mí todos los personajes
podrían ser entendidos como personajes tipo, aquellos que han sido construidos
a partir de una serie de rasgos y cualidades que encarnan unos valores sociales
determinados, y su función (y reconocimiento del espectador) en la obra depende
de arquetipos creados por la tradición. Este rasgo también es característico
del sainete. Pocholo es el político curtido y corrupto, su asistente el
‘lagarto’ sumiso y mañoso, Milio el campesino aguerrido y vivaracho, Jacinto el
hombrecito torpe, inocente y bonachón; las mujeres representan la matrona
antioqueña que ha sido relegada al gobierno del hogar, y que a pesar de
gravitar el ámbito de los hombres, realiza sus pequeñas resistencias. Todos
estos personajes mantienen sus rasgos durante la obra, idéntico temperamento,
su mismo objetivo.
En
la escenografía, los vestuarios y la música de Vote por mí se pliegan y despliegan una cantidad de elementos del
folclor antioqueño. En una esquina –que comunica una mayor intimidad al
espectador– se ha construido un espacio que memora una casa tradicional
campesina, dándole especial relevancia al espacio siempre viviente de la
cocina. La música prevalente de la obra, música popular, la tocan dos
personajes borrachos en los comicios. Sin embargo, hay unas pequeñas rupturas a
esta estética costumbrista: en un cuadro suena una canción de Pink Floyd,
mientras personajes, con máscaras, son comprados o amenazados para votar por el
gamonal; aquí las luces crean un ambiente siniestro y artificioso. Voten por mí apela a la tradición para
llegar a la crítica, un recurso que se verá en otras obras del encuentro, y que
se perfila como un elemento común del teatro del oriente antioqueño.
Obra:
Vote por mí
Grupo:
Inmigrantes Teatro
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