Por
Andrés Álvarez Arboleda
Cuando el
público comenzó a ocupar los asientos del Teatro Real, los personajes –desde la
penumbra del escenario– ya murmuraban unos cantos, como introducción al clima
de la función. Los viajantes de mis pesadillas es una obra de creación
colectiva realizada por los estudiantes del tercer semestre de la Licenciatura
en Teatro de la Universidad de Antioquia (Seccional Oriente): inició como una
serie de ejercicios, dirigidos por Jorge Iván Grisales, que incluía una
construcción de varios monólogos a partir de los fantasmas, de las
preocupaciones vivenciales de cada actor; en un trabajo posterior se le dio a
toda la obra un sentido de unidad.
De esta forma
de creación se deriva una obra esencialmente fragmentaria, lo cual constituye
una de sus principales virtudes: su polifonía. Los personajes asumen el drama y
entran en situación de maneras diversas, y en cada cuadro le brindan al
espectador una experiencia emocional distinta. Si bien los discursos de cada
monólogo son radicalmente distintos, en términos generales no le restan unidad
estética a la obra; y solo uno de los cuadros crea una distorsión, el que hace
alusión a la situación venezolana, pues en la puesta en escena (por el acento
empleado, por la reflexión política que queda en superficie) se acerca peligrosamente
a la caricatura. En el resto de la obra se mantiene la tensión dramática,
aunque Los viajantes de mis pesadillas no se desarrolle a partir de una trama
lineal.
El espectador
desde el principio encuentra que la obra –más que una narración– plantea un
juego ritual, el elemento que justamente da cohesión a los distintos fragmentos
que la componen y que hace que los personajes se encuentren casi todo el tiempo
en escena. Cada monólogo se desarrolla en el centro de ese juego. La música
–como el catalizador del ritual, si se quiere de la danza ritual– es casi
exclusivamente vocal y proviene de distintas fuentes culturales, está en
distintas lenguas, y es omnipresente en la obra. Aunque a veces es difícil
establecer una relación esencial entre los cantos escogidos y lo que se ve en
escena, estos no dejan de contribuir a la rítmica con la que los actores,
empleando cuerpo y voz, dotan a sus monólogos.
Otro logro de
la obra fue la atinada interacción de los personajes con los objetos: pese a
que muchas veces estos son simples, están cargados de sentido. Algunos objetos
atraviesan varios monólogos, estableciendo vasos que permiten tránsitos de
significación entre las distintas partes de la obra, cuya integridad no se
rompió ni siquiera cuando hubo problemas de luminotecnia, creados en parte por
la precariedad del espacio. Los viajantes de mis pesadillas es una obra que se
concibió en el marco de un proceso de formación, elaborada en un periodo de
tiempo muy limitado, sin embargo quienes intervienen en ella demuestran una
apuesta responsable, que se va afinando en rigor, frente al teatro. Estos
procesos creativos emergentes en el oriente antioqueños deben ser impulsados.
Obra:
Los Viajantes de mi Pesadilla
Grupo:
Universidad de Antioquia III Nivel
Municipio:
Oriente
Antioqueño
Fotografías: Leidy Gómez
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